En ocasiones se ha confundido la evaluación con la «nota», cuando la realidad es que toda calificación es evaluativa, pero no toda evaluación califica. La evaluación debe servir para que el alumnado pueda regular su aprendizaje, de forma que sea consciente de lo que debe mejorar o rectificar y de lo que ya ha conseguido. Una nota, sea numérica o cualitativa (en realidad las diferencias entre ambas no existen, ya que podemos transformar una en otra con un simple algoritmo), aporta una información muy parcial y poco enriquecedora, que muchas veces no va mucho más allá de un «debe estudiar más», «debe dedicar más tiempo a trabajar la asignatura» o cualquier consideración generalista similar.
En el proceso evaluativo la información que el alumnado debe tener sobre ella toma un protagonismo primordial. Para que el alumnado pueda saber cómo es su aprendizaje debe tener información sobre este. Si queremos que la evaluación sea efectiva (formativa y formadora), los aprendices deben recibir información antes y después de realizarla.
- Antes de la evaluación:
- El alumnado debe tener conocimiento de los objetivos de lo que será evaluado, es decir, qué se pretende que consigan.
- Debe saber los criterios de corrección, es decir, de qué forma queremos que logren lo que será evaluado.
- Después de la evaluación:
- Lo más importante es la retroalimentación que recibe el alumnado del proceso evaluativo. Esta retroalimentación llegará principalmente del profesorado (evaluación del profesor) pero también de los compañeros (coevaluación) y de uno mismo (autoevaluación). En la retroalimentación se debe incidir en dos aspectos, el primero de ellos es destacar en lo que debe ser mejorado y el segundo es poner de manifiesto lo que ya se ha logrado.
Cómo hacer la retroalimentación
El conocimiento de los objetivos del aprendizaje y los criterios de evaluación son sencillos de efectuar, ya que de una forma u otra siempre los tenemos presentes. Sin embargo, la retroalimentación puede ser más complicada.
Siempre que evaluemos (preguntas, producto final, exposición, observación directa, entrevista con el alumno, etc.) debemos dar una retroalimentación escrita que pueda ser de utilidad para la autorregulación de quien la recibe y para la toma de decisiones sobre el aprendizaje por quien la hace. En su forma más básica pueden ser apuntes textuales redactados a mano, por ejemplo en el margen de un examen. Si usamos medios digitales, deberemos utilizar los mecanismos de retroalimentación que todos tienen. En cualquiera de los dos casos haremos énfasis en decir lo que se ha logrado y lo que se debe mejorar.
Si cambiamos de nivel, las rúbricas (y otras herramientas de evaluación similares) también dan información al alumnado acerca de sus progresos, puesto que tienen por escrito los criterios y en qué medida los han obtenido. Pero sin duda lo más útil, tanto para el alumno como para el profesor, son los informes textuales sistematizados de las diferentes fases del aprendizaje. Esto último se puede conseguir con un par de herramientas como el diario del alumnado y las rúbricas de un solo punto.
El diario del alumnado
Llevado a cabo por el profesorado, tiene función principalmente formativa. Este diario contiene la observación sistemática del alumno a lo largo del tiempo, donde se irán anotando los progresos y aspectos a mejorar de cada uno. A falta de software especializado, esto se puede hacer en una hoja de cálculo. Poniendo en las columnas los días y en las filas los alumnos. Cada día podemos hablar con algún alumno en particular, observarlo detenidamente o aprovechar las interacciones que tenemos con él en clase para ver cómo va su trabajo y tomar las notas oportunas.
El alumno que es evaluado con este tipo de rúbrica recibe mucha más información que con cualquiera de las otras herramientas de evaluación, puesto que se especifican por escrito de forma personalizada, los aspectos que afectan al alumno.
ACLARACIÓN:
El diario de alumnos no debe ser confundido con el registro anecdótico, que se define como:
Un informe que describe hechos, eventos o situaciones concretas que se consideran importantes para un grupo, y da cuenta de sus comportamientos, actitudes, intereses o procedimientos.
Técnicas e instrumentos de recolección de información: análisis y procesamiento realizado por el investigador cualitativo
El registro anecdótico se encamina sobre todo a hechos significativos o que salen de la normalidad; en cambio, el diario del alumnado es un registro sistemático de los progresos de los alumnos en el proceso de aprendizaje.
El diario del alumnado no debería darse a conocer directamente a los alumnos, en este caso la retroalimentación consistirá en utilizar la información recopilada para orientar al alumno en su progreso.
Rúbricas de un solo punto
Tienen función evaluadora formativa y formadora. Constan de unos objetivos que el alumnado debe conseguir y sobre ellos se escribe lo que hay que mejorar y lo que se ha conseguido. Empleadas selectivamente y con sensatez pueden ser un mecanismo evaluador muy valioso.
Este tipo de rúbricas son una modificación de las rúbricas analíticas convencionales. La rúbrica de un solo punto es especialmente adecuada para la evaluación sin calificación. Son rúbricas donde únicamente se indica el nivel experto (el más alto) y en lugar de seleccionar el grado de consecución deben escribirse los puntos a mejorar y los puntos ya alcanzados, por lo que es idónea para la evaluación formativa, formadora y diferenciada.
Este tipo de rúbrica puede realizarse como evaluación del profesorado o como autoevaluación por parte de los alumnos. Recomendamos utilizarlas desde una hoja de cálculo donde cada página tendrá una copia para cada alumno, aunque hay soluciones automatizadas. Esta rúbrica es la que más tiempo consume por el profesorado, ya que debe redactarse un informe para cada uno de los evaluados. Por este motivo no puede ser el único tipo de evaluación y debe ir compaginándose con el resto.
El resultado de esta rúbrica, una vez completada, puede (y debe) ser dado a conocer al alumnado.
Calificación
La evaluación es un proceso que comprende todo el proceso de aprendizaje, mientras que la calificación (asignación alfanumérica que caracteriza al alumno) es un hecho puntual y habitualmente final y sumativo. Aunque cada vez pierde mayor importancia en el proceso evaluativo, la calificación es necesaria como medida certificadora que constata que se han logrado unos determinados objetivos. Sobre la calificación no es necesario hablar mucho más, ya que durante décadas es casi el único tipo de retroalimentación que han recibido los alumnos, por lo que hay experiencia sobrada.
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